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Spica *

- de 10 min

Yo es que siempre me pregunté si...

Yo es que siempre me pregunté si...

Y el genio preguntó lo de siempre con una enigmática sonrisa en la cara.


- ¿Qué va a desear el listo de hoy?... anda, pide por esa boquita, guapetón!

- Quiero ser el genio de la lámpara y que tu seas mi mujer, y tengas reluciente el interior de la lámpara y me des una vasta descendencia de geniecitos y geniecitas-, respondió el listillo.

Y el genio se quedó muy serio.
Calladito y un poco jodido.

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Temas

Escribo demasiado sobre el tiempo y viejecitos.

Me estoy planteando seriamente hacer un buen compendio sobre estos dos temas u olvidarlos para siempre.

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Nunca más de doscientoveinticinco

Nunca más de doscientoveinticinco

Desde hace algunos días (quizá meses, en realidad) siento que vivo los días en tramos de dos horas. Alguna veces tres. Nunca más de tres horas y tres cuartos.

Ni siquiera cuando duermo puedo evitarlo. Me lleva mi cuerpo, o algún pequeño minutero interior que señala la partida y el final de cada trozo a recorrer.

No llevo reloj, ni pregunto por las horas, ni siquiera puedo medir con cierta exactitud los minutos; pero de alguna manera sé que voy recorriendo mi tiempo en ciclos de cientoveinte minutos, cientochenta a veces, o en todo caso nunca más de doscientosveinticinco.

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Oh!

Un grito en voz baja, sigue siendo un grito.

Un susurro en voz alta, ya no es un susurro.

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Leonardo y Mr. Hut

Leonardo y Mr. Hut

Miguel estaba buscando una herramienta para ajustar llantas de bicicleta y se encontró con la belleza en estado puro.

"Pizza y ciclismo combinados de forma magistral", pensó sin cambiar el rostro.

Tiempo atrás, en un momento histórico se sentaban a merendar Leonardo y Mr. Hut.

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Caña y café

La primera vez que quedé con un bloguer@, en el mundo real, fue con el genial de Nadie. No recuerdo ahora, si de primeras habíamos quedado para unas cañas y así expandir el surrealismo a límites insospechados, pero el caso es a la primera no se pudo y quedamos esa misma semana un sábado cerca de Plaza de Oriente. El dijo que llevaría un cuaderno amarillo.

Así que aparqué cerca de Palacio y allí me dirigí con Spica y otras estrellas de la misma constelación. En mi cabeza y en mis manos. Una cosa que no había comentado a Nadie, y con lo que quería sorprenderle.

Pero fue entrar a la Plaza y adivinar que sería yo el sorprendido, ya que al girar unos 180 grados, orbitando el caballo de Galileo, quedó al descubierto el cuaderno amarillo de Nadie y Vir-Vireta que se fundía de la risa y sorpresa con mi cara.

Reconozco que me sorprendió que me llamase “Spica”. Y fue la primera vez que caí en cuenta de que todos me llamaban así, a pesar de que nunca he firmado ningún post, ni un comentario en mi vida blogueril, como Spica, sino como Carlos.

Pero daba lo mismo. Allí tan encantadores estaban dos de mis escritores más admirados en todo el tiempo que llevaba andando y desandando por la blogosfera. Así que tras un breve interludio de presentaciones y caras de “eres tú!!!!”, decidimos ir a beber algo por ahí cerca. Caña, café y caña. No diré quién pidió el café, pero no es cosa fácil de decir. Y descubrí el cuadernillo de dibujos de Vireta, las notitas manuscritas de Nadie, y respondí la célebre pregunta de por qué había cerrado el blog. Escuché sus proyectos y me sentí muy a gusto entre ideas similares y bonitas. Terminadas las cañas y el café, nos levantamos rumbo a la segunda sorpresa del día.

Conocer a Nuala.

Y fue todo como recomenzar el día, porque ya íbamos de nuevo los tres con la sensación inicial, y la incertidumbre, y las ganas de conversar. El día tocaba a su fin, cuando recogimos a Nuala, en la estación de autobuses y entrábamos a un bareto distinguido para pedir una caña, y tres cafés. No diré quién pidió la caña, y no es cosa fácil de contar.

Y recordaba todo esto hoy, porque he pasado en sentido inverso por el caballo aquel de Galileo, pensando si más blogueros quedarían al pie de esa estatua que no está atornillada con nada, sino que se sostiene por su propio peso, gracias a un vaciado especial del bronce diseñado por Galileo Galilei.

Llegado este punto es necesario rectificar: la primera vez que quedé con un bloguer@ fue con el genial de Nadie, la energizada Vireta y la auténtica Nuala.

La segunda vez que quedé con un bloguer@...

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Que se duerme

Que se duerme

Camarón, se apresura a escribir todo lo que recuerda, como queriendo atrapar un calcetín mecido por el viento. Para ello tiene un libro a mano, dónde nada más dormirse puede anotar aquellos visos de realidad que no quiere dejar escapar.

Y desea buscar el significado de aquello tan concreto y extraño que no tiene explicación en más allá del cortex cerebral profundo.

Y se agita nervioso, mientras va olvidando, va olvidando, va olvidando cómo es el mundo en donde habitaba despierto.

“¿Significará algo?”, se pregunta Camarón entre sueños mientras ve crecer sus bigotes y entra en su palacio de cristal.

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Karma

Karma

Alfredito, detesteba ese punto en su trabajo, en el que todo iba espectacularmente, en el que su jefe rezumaba orgullo y satisfacción y sus compañeros le adoraban, porque a partir de ahí, todo iba a peor.

Un error al acecho; un día tonto; una palabra mal dicha.

Por eso Alfredito decidió enfangarse en el pozo de la mediocridad y vivir al hilo de los demás.

Luego se multiplicó y está sentado a tu derecha ahora mismo.

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Añejos

Esta historia es completamente verídica.
Doña Manolita todo los días deja a su esposo Braulio en casa y se dirige a comprar el pan.
Pan recién hecho, oloroso, gustoso, blando, de esos que le sacas la miga ardiendo y se relajan en la mano. Mientras tanto, en casa, Don Braulio se levanta del sillón ahuecado y se dirige presuroso a contemplar su pequeña bodega de tetrabricks Don Simón, que guarda debajo de la cama. Los esconde desde hace 10 años cuando salieron los primeros tetrabricks de vino tinto. Vino de crianza, oloroso, joven afrutado con esencia de roble, elástico y de borde violeta sobre el vidrio, de esos que al respirarlos te entran poco a poco hasta el alma.

Doña Manolita y Don Braulio son una pareja muy especial que cuando no están juntos van muy de prisa, queriendo corregir algún desencanto con el tiempo que en algún punto acumularon sin querer. O queriendo.

Porque en esta casa, sucede la extraña contradicción de que se bebe vino avinagrado y se come pan duro. Porque Doña Manolita, desde hace muchos años, guarda siempre una barra extra de pan en casa, y cuando llega con la barra recién hecha y olorosa, la guarda en una bolsa de papel y la envuelve con otra de tela de algodón, y desenvuelve la del día anterior ruinosa y seca. Porque Don Braulio guarda siempre los tetrabricks nuevos del lado derecho de la cama de huéspedes, empujando toda la fila y rescatando del lado izquierdo el vino añejado de hace diez meses o diez años.

Y al salir Doña Manolita de la cocina y Don Braulio de la habitación de huéspedes, se sientan a la mesa y comen pan duro y beben vino avinagrado. Mientras tragan y mastican, ambos sueñan con el día en que comerán pan recién hecho y beberán un buen reserva.


Esta historia es completamente verídica.


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Grapevines

Grapevines

Principio
"Yo soy fotógrafo de vocación y mi oficio me ha perturbado el sueño. Hay gente que sueña en colores. Yo no. Es más, yo no sueño ni en película, sino en foto fija. Yo sueño con una imagen inmóvil una noche, al día siguiente la imagen está en otra posición y así voy hilvanando sueños. Una vez estuve seis meses soñando con Olivia Newton Jones y al final no llegamos a nada."

Mitad
"Todas las tardes, mi mujer saca a pasear una maldita perrita que tenemos, con la excusa de verse con su amante; el amante de la perrita. ¡Mi mujer qué amante va a tener si es una vieja de 68 años! Lo que pasa es que la maldita perrita vendrá a parir a casa y me la veré rodeado de cachorritos..."

Final
"Y en cuanto a los libros yo me quedo con todos los que tienen un final feliz y tú te llevas los trágicos."

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Entré al salón

300410

Y sólo pude presenciar, cuando el plato huyó con la cuchara.

Poco más.

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Fotografia de Tony Shanks

Los bolsillos de Lucien

Los bolsillos de Lucien

A Lucien le gustaba esa inocente y absurda sensación de meter la mano en el bolsillo de un pantalón de primavera y encontrar un billete de diez euros mal doblado, pero completo.

Daba la impresión que el billete no era suyo, que era un regalo de un duende, de un grillo, de un hada, o acaso de un dios del Olimpo desocupado. O mejor todavía, que el billete quizá lo había perdido, la primavera pasada, alguien...

... como tú.

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60 tacos

60 tacos

Felicidades!!!, 60 años dando... de que hablar.
Repartiendo dudas, emociones, historias, semillas. Alarmando a las rosas,... la tuya y las otras. 60 años metido en lo invisible y lo visible. Sesenta años sin relevo. Que eres único.

Que ya sabemos como nos llevamos tu y yo.
Nuestra historia especial de una, dos y tres partes. Casi olvidada.

Felicidades!!!, pequeñín, que cumplas muchos más. Pásate por aquí alguna vez.
Te extrañamos.

Mira, mira, un cometa cósmico... Anda, vete "porai"...

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El sabio

alfonso el mentiroso

A veces me puede tanto la curiosidad con las cosas que veo, que entro en escena para afectarlas y descubrir algo más. Y lo hago aun, a sabiendas, de que al hacer una pregunta o quedar en evidencia con un click, la magia o la escena desaparecerá.

Alfonso "El Sabio", se sienta a las afueras de la Biblioteca Nacional con un libro entre las manos, sobre las escaleras, en la mitad del medio de todo. No adentro de la biblioteca, callado y reflexivo, con un libro en las manos,... ¡no adentro!
No adentro de la biblioteca, sino afuera. Con un libro en las manos.

Tengo la foto con el zoom ajustado, sobre Alfonsito y sus manos, y sé lo que lee. También su mirada antes de la desaparición.

Pregunta de concurso: ¿Qué lee Alfonso "El Sabio" en la entrada de su templo?

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San-Haiku v.2

San-Haiku v.2

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Saliva

Saliva

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Efecto túnel

04desden

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Aliento

(Mirando en otra dirección, distraída, pero consciente...)

¿lenguas o labios?- me preguntó.

Y la besé.

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Sebastián, el justiciero

harvard

Aquí tenemos a Sebastián, un chico correcto y justiciero. Asistió a la escuela Harvard de los extintores. Siempre bien presurizado y rellenito. Es el buen marido de las alarmas contra incendio.
Es obediente, informado y posee la manguera más flexible de todo el lugar.
También es obstinado y un poco pretencioso, pero puedes contar con él cuando los lengüetazos de las llamas estén detrás de tu espalda.
Sebastián, sueña con el día en el que sea el héroe de todo el aeropuerto evitando un fuego abrasador.
Lo que no sabe, es que su destino final será apagar la papelera de una cabina del servicio de señoras, por culpa de una fumadora desosegada que apagará mal su cigarro.


Se agradecen unas palmaditas de ánimo, en su espalda. Se las merece.

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Edelmiro, el rebelde

bronx

Aquí tenemos a Edelmiro, un chico rebelde y sin causa. Si, el James Dean de los extintores. Nunca está en la posición señalada, lucha contra el status quo y detesta las frases en latín que se usan fuera de contexto.

No ponía atención en clases y nunca viste de rojo oficial. No el rojo-rojo oficial. Un día vendrá un fuego arrasador y no servirá de mucho porque su manguera estará obstruida de tanto estar en la posición incorrecta.

Edelmiro, también desdeña que saquen fuera de contexto las frases hechas sobre su manguera.

Por favor, un aplauso caluroso para él.

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