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Spica *

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Contra-BAJO

bajo

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Plan lógico

Plan lógico

Quiero ir al centro en Metro y dar un paseo hasta una plaza recóndita, hasta un bar muy amistoso, hasta una calle muy transitada. La contradicción surge cuando concluyo que, en vez de en Metro, preferiría regresar a casa en coche. Entonces, la solución que me propongo es ir en coche hasta la mitad de mi trayecto, aparcar y desde allí, ir en Metro. De regreso ya recogeré el coche en esa estación.
Y si. Lo sé. Cada día estoy más tonto.

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Locomoción

Locomoción

La pausa, el descanso, la rueda sin girar. Admiro aquello que me lleva a todas partes. Lo que da vueltas sobre el asfalto de Madrid incansablemente, por encima de aceras, vias y adoquines. No es encima mi mente como recorro la ciudad. Arriba, abajo, a todas partes menos dentro del metro. Giros y más giros hasta que hago una pausa. Un stop en la vía. Y es fácil pensa que hay quien no hace una pausa para homenajear la rueda que le lleva, a todas partes.

A casi todas partes, menos dentro del metro.

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Diario del otro

Diario del otro

Querido diario:

!!!Mentira!!! Todo lo que ese desgraciado infame te ha escrito hasta ahora es mentira. !!Yo sí sé la verdad pero no te la voy a decir para que no se entere el desgraciado infame que también escribe en ti!!

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Calle Mayor, 89

selec

Decido adelantarme sobre dos ruedas y bajo toda la calle Mayor como una exhalación, hasta tener La Almudena a cinco metros de mi nariz. Me levanto del sillín y pedaleo lentamente, como si fuese un artista de circo, como ejecutando un peligroso ejercicio de equilibrio. Voy mirando los detalles de la calle, de la acera, de las fachadas, de las personas que por ahí transitan. Busco una forma imposible, una rasgadura en el cielo o en la pared. Cambio mi mirada a Sepia y doy al clic.


Sin embargo, no me convence del todo una foto donde salen retratados un avión, una cámara de vigilancia, un sol oculto detrás de una iglesia, un azulejo de Calle Mayor y un olor a caracoles domingueros, todos bañados por el aliento de un ciclista jadeante.


Esta foto será expuesta en alguna exposición del ayuntamiento, algún día de estos. Me preguntaron si cedía los derechos de autor y yo sólo preguntaba si podrían regalarme un sombrerito de fotógrafo, !que es que son tan chulos!.

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Como extraño Kriptón

Como extraño Kriptón

 

- ¡Espera!, Luisa, que te echo una mano-, dijo el hombre de acero.
- JooOOOooooo-, gruñó Luisa contrariada- otra vez me cortas el momento.
- Pero si yo...
- Ve volando y tráeme un bocata de calamares!-, dijo Luisa mientras encendía la tele con el mando.

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Superman le pregunta, un día, al maestro Zen (llamado Luthor):
- Cuando los tres mundos1 me acosan, me zarandean y me molestan, ¿qué debo hacer?
- El Maestro Luthor le dijo: Cuando los tres mundos te acosen, siéntate!
- ¡No lo entiendo!-, dijo Superman.
- ¿Ves esa montaña?- prosigió Luthor-. Pues cógela y tráela aquí, entonces te daré un respuesta.

Y claro, Superman no captaba esas metáforas tan profundas del maestro Luthor. Al final Superman no se iluminó y pensó que Luthor se burlaba de él. Todo un malentendido.

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1 Los tres mundos son el mundo de los deseos, el mundo mental y el mundo material.
nota: Había un cuarto mundo, que se llevó
uno que conocemos.

 

Lo sorprendente de superman es que se adapta a lo mundano y a lo espiritual igual de bien. Es un hombre de acero y de bambú. Se hace el tonto y deja que le pongas las cadenas, para luego liberarse de ellas como si fuese un juego.

 Es hora de que Superman se vaya de vacaciones a Ciudad Gótica.

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Aladino frustrante

Aladino frustrante

Estoy en un estación de trenes, sentado en un banco bastante viejo pero cómodo. La estación está casi vacía. Puedo palpar la calma, el olor del café del jefe de la estación. Mis ganas de fotografiar las locomotoras, los vagones, las traviesas, los rieles, los detalles de la madera envejecida del andén y del reloj que ya no indica la hora.

Me he escapado del trabajo, me he tomado el día remolcado por el sol quebradizo y el frío que invita a esconderse dentro del abrigo. La cámara que se mueve contenta entre mis manos y mis ojos. Con calma para observar, para fotografiar. Todo menos el aroma del café del jefe de estación y ese sol quebradizo. Y el frío.

Alguien pide un deseo.

Y como una pluma caigo suavemente sobre la silla de mi trabajo. Mi cara se ilumina por el brillo del ordenador. Hay una hoja de excel vacía delante de mi. Y un olor penetrante de café de máquina y papel recién impreso.

Justo lo que deseaba: regresar, como fulminado, a través de túneles y andenes hasta caer sentado aquí a tu lado.

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El descampado de Adela

El descampado de Adela

Extraviada, sin pausa, Adela miró a la lejanía y no veía más cosas que el mismo sofoco de siempre. Riñendo con sus agujeros, con su testa, con su obstruido morro. Rumiando en enseñar los dientes un poco más. Una lección más que hacer. Solo una más. Una vuelta más. Remolcando sus zapatillas por dondequiera que desfilaba, reconcentrando ese momento laxo en el que se dejaría desplomar con las zapatillas puestas, con la nariz insensible.

Erró no se sabe cuántas horas, ferias, lapsos enteros hasta que encontró un campo solitario que tenía inscrito su nombre. No era una tumba. No era el final. Era la siesta esperada.

Y se enraizó como quien sube a un cohete. Como vestir un pijama de paja.
Y por fin, descansar.

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El tronco de Julián

El tronco de Julián

Frenético, sin descanso, Julián miró a su alrededor y no veía otra cosa que el mismo cansancio de siempre. Luchando con sus ojos, con su cabeza, con su tupida nariz. Pensando en resistir un poco más. Una tarea más que hacer. Solo una más. Una vuelta más. Arrastrando sus zapatos por dondequiera que pasaba, pensando en ese momento mullido en el que se dejaría caer con los zapatos puestos, con la nariz inconsciente.

Caminó no se sabe cuántas horas, semanas, lustros enteros hasta que encontró un tronco solitario que tenía inscrito su nombre. No era una tumba. No era el final. Era la siesta esperada.

Y subió como quien sube a un cohete. Como entrar en un tronco solitario.
Y por fin, descansar.

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Bersek

Bersek

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Gran Vía II

cartel

Esta imagen, sucede allí, cada 9 minutos.

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Sin moralejas

Hace unos años, tuve un jefe que llevaba un jersey cutre, CUTRE, muy cutre. Y me asombraba, yo, de que alguien pudiese llevar semejante prenda en un trabajo serio como el nuestro.

Ahora resulta, que teniendo su edad, yo llevo el mismo jersey que él llevaba entonces, y me recreo en la idea de que nuestro trabajo no es nada serio.

Nunca lo fue.
Y el del jersey cutre lo sabía.

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Pregunto

Pregunto

¿Será el cielo de Madrid, el mismo que, digamos por ejemplo; el de Roma?

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Oda a Enide*

mil

- Mi querida señorita..., digo..., Srta. Ochoa – decía mister Fellinni** -. Le aseguro que no tengo la menor intención de reírme de usted.
Enide* frunció ligeramente el entrecejo. Ambos estaban sentados en un confortable salón de la sala vips del aeropuerto de Barajas. Enide* era una chica bien formada y algo pandereta, con facciones que no guardaban semejanza alguna con las de su padre. Tenía trazas de gozar de excelente salud, pero mister Fellinni**, en su fuero interno, no perdía de vista el hecho evidente de que en los Ochoa, familiarmente hablando, no habían sido infrecuentes los casos de inestabilidad mental. Enide pudiera muy bien haber heredado la apariencia física materna, pera más aún estaba afectada por el desquiciamiento nervioso que caracterizaba a las féminas de su linaje.

(Iba aquí inserso, un post Enidiano***, en el que se reunían todas las artes aplicadas por Enide, y en el cual, en vez de seguir con el tema central, nos íbamos por los cerros de Úbeda, bajábamos desparramados dentro de un coche con 6 colegialas, aparcábamos y soltábamos algunos tópicos contra los hombres, exaltando a los felinos, como los egipcios. Algún enigma por aquí. Otro dolorcillo de cabeza por allá. Una sugerencia de un hilo argumental para ser desarrollado en otro post. En otros posts. Una trampa lingüística bien montada, y para el final un salto a los Thelma & Louise protagonizada por Enide & Enide (no, no, no esas no, mejor aquellas dos, si, si ven tú, cómo te llamas, ¿Enide?, vale, y tú la que silba, si, si, chica lista, ¿Enide, también?... hala!), volando por los cielos con todos nosotros en el maletero...)


Y todo ello, estaba por escrito y expuesto en un barroco kiosco de historias e historietas. Una única variedad de frutas encontrará usted allí. La manzana. Pero todas distintas, infinitamente coloridas. Múltiples expresiones del mismo sabor, forma y olor.

Una manzana que, al menos por hoy, se transmuta en este espacio sideral.

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(...)
* Enide: transmutación gripal del nombre original: Eride.
** Fellinni: denominación genérica de felino, para cualquiera que interactúe con Enide (ver *).
*** Enidiano: ¿estás de coña, no?