Blogia

Spica *

Abajo & Arriba

downstr_filtered

upvclock_filtered

No es tan fácil

No es tan fácil

Laura viaja siempre en un autobús verde entre las 8:15 y las 8:35 de la mañana. Borrones de luces rojas que se dejan ver en invierno a través del cristal de la ventana. Faldones y trajes bien doblados que se dejan ver en verano a través del mismo cristal. Y a través de otro cristal.
Laura siempre mira a través del cristal. El de la ventana. Buscando y rebuscando el perfil que le haga saltar del autobús verde entre las ocho y cuarto y veinte minutos transcurridos.
Porque Laura está convencida que lo único que la haría saltar del autobús está fuera de éste. Y por eso mira siempre a través del cristal. Como tú, como yo. Busca, busca, busca convencida que lo de ella está fuera. Como quien dentro de una torre mira hacia afuera, y no hacia la mazmorra que aprisiona.
Laura mira hacia afuera hasta leyendo un libro, o el periódico, o atisbando por encima del hombro lo que lee aquel del puesto de adelante.

Pasaron los días, y las mañanas, y cientos de “veinte minutos” dentro del autobús, tropezando con caras redondas, cuadradas, triangulares, con espaldas, nucas o culos pegados a los cristales de otros autobuses verdes que van en paralelo. Y de otros coches, y transeúntes, y ventanas, y casas con balcones, y torres, y arcenes. Laura siempre mira, pero no es fácil.

***
Hoy iba en mi coche, y vi a Laura pegada al cristal del autobús. Yo iba despacio dejando un carril entre ella y yo, cuando de repente Laura encontró lo que buscaba; los ojos se le volvieron azules, pegó las manos del cristal, las trenzas del cabello le crecieron y abrió la boca pidiendo bajar del autobús sin que se pudiera oír. Laura encontró.

Un AUDI negro con un caballero de plata, espada resplandeciente y armadura flexible pasó entre los dos a 150 km/hr, dejando a Laura y su cristal por siempre y para siempre.

No es tan fácil contar como me di cuenta de todo aquello en tan breve espacio de tiempo, pero doy fe de que Rapunzel viaja en autobús y el caballero de plata recorre el mundo demasiado de prisa.

Por eso no se encuentran jamás.

*

Francachela en la terracita

todasparauna

*

Hombre indeleble

Hombre indeleble

Es majo, es simpático, es un niño, es creativo, es un hombre, es el chico tatoo.
Es un poco borde, es seguro de sí mismo, es un poco torpe, es un buen amante, es el chico tatoo.
Es liviano, es puntual, es divergente, es aseado, es de playa, es el chico tatoo.

Es de este planeta, como tú y como yo.
Él no piensa cosas raras si se da de narices contigo en el metro.

Es el chico tatoo.

/

- texto escrito en el metro, hace un montón de tinta sobre piel.

Por qué Etimología Sideral

Por qué Etimología Sideral

- Señor regente, por favor descorra el telón un poco... si, así... muy bien.
- Señor director, tranquilice a los músicos...
- Señor conserje, abra un poco las ventanas que hace calor...

***

Me ha sucedido algo curioso con el post de abajo. Tenía final y de hecho, la noche que le escribí, le concluí con un misterioso y anhelante "continuará..."; que eliminé a la mañana siguiente.

El final era como un sueño, en el que justo después de despertar le ves muy claro. En ese momento escribí la primera parte.

Pero según fue transcurriendo el día, la segunda fue quedando como lo que era: un sueño.

Llevo todo el día inetentando dar coherencia a ese final y no he podido. Así que aunque mi intención era dejarlo como está, me ha seducido la idea de contaros esos borrones que tengo en la cabeza, o al menos el argumento que hilaba el extraño final.

Ahí va...

***

La lucha sucedió, y mucho tiempo transcurrió antes de que Patricia saliera sin el bolso de la tienda. Se sentó en una mesita de una cafetería que estaba justo en la diagonal de la tienda. Y con la agenda de su móvil llamó a cientos de amigas como ella. Compradoras compulsivas e irrefrenables.

Al poco tiempo, el centro comercial estaba inundado de Patricias dispuestas a derribar el ánimo de Ferdinanda.

Ya amestradas, por la primera Patty, todas asaltaron una detrás de la otra a la tienda en cuestión. Y la negativa fue siempre rotunda. No ya por el cliente, que distaba mucho del primero del juramento, sino por el objeto deseado. Ferdinanda se negaba a entregarlo, ya que era prueba de su pequeña victoria.

A cada negativa, una Patricia saltaba al universo del centro comercial completamente decepcionada, corría furiosa sobre una diagonal y se sentaba en una mesita de una cafetería a consultar su agenda.

Pronto, la entropía del centro comercial fue creciendo exponencialmente, devorando ese axioma fundamental no escrito en el que nunca debe un lugar como ese, sobrepasar un balance en negativo a favor de la frsutración. Un centro comercial es de por si, una ecuación delicada en la que satisfacción debe estar siempre por encima de la insatisfacción. Es una cuenta de resultados emocional que no debe ser alterada bajo ningún concepto. O habría una disrrupción.

Pero eso no estaba ocurriendo. Miles de Patricias pululaban furiosas alrededor de un bolso, preso del juramento de una dependienta endemoniada.

Es entonces cuando, por arte de bilibirloque, nació por primera vez una regla que lo armonizaba todo, para bienestar del centro comercial y su cosmos particular...

"Los bolsos del escaparate, no pueden ser vendidos: son material de exhibición".

Invención extraordinaria de esta regla que parece absurda, pero que se fundamenta en esta leyenda que acaba de ser desenlazada.

Un poco más allá, las miles de Patricias se transformaban en maniquies que por fin se adueñaban del bolso, a cambio de la incorporalidad. Y en otra vertiente, Ferdinanda se multiplicaba en número igual al de Patricias y se anulaban ambos pareceres, quedando sólo el bolso en medio de la nada.

***

- Señor director, descorra el telón...

*

Etimología sideral

Etimología sideral


Patricia va paseando por un centro comercial, aburrida, desinteresada por la vida y bastante harta de tenerlo todo y no tener nada. Dulce incoherencia. Entonces ve, en un escaparate, un bolso que le gusta. Le hace tilín hasta el fondo del estómago. Es el bolso que siempre soñó y nunca había visto. Un bolso color crema hermosísimo conjuntado en una mezcla de cuero auténtico con tela resistente que lo hace el inefable compañero para cualquier ocasión. El bolso de su vida. Así que controlando la emoción, entra a la tienda sonriendo y mirando a los ojos de la dependienta. Metiéndose en el papel de la perfecta compradora tantas veces aparentado en su vida consumista. El bolso le fascina tanto que en su cabeza oye como le llama por su nombre: Patriciiiiiia!, Patriiiiiiciaaaaa!...
... ese bolso la saciará para siempre.

***

Fernandina lleva toda la mañana leyendo el HOLA, viendo pasar el mundo por delante de la tienda en la que trabaja. Viendo pasar miles de ojos delante de su escaparate cristalino. Nadie entra. Nadie la ve. Nadie la saluda. Nadie le dice que es “de agradecer” el que pase mil horas en ese mostrador, esperando al siguiente cliente. Nadie sabe lo que es ser Fernandina en un centro comercial en un minúsculo espacio lleno de bolsos y zapatos.

Pero hoy Fernandina va a inventarse un juego.
Sin rodeos y sin remordimientos.

Inapelablemente a la próxima cliente que entre por la puerta, Fernandina se ha jurado no venderle nada. Se inventará mil excusas, mil colores, mil razones como ojos que pasan por ese escaparate. Mil negativas para, por una vez, ser ella la que decide lo que pasa en ese minúsculo lugar en el que respira todas las mañanas.

Justo cuando Fernandina santifica su juramento y su proclama, entra Patricia por la puerta mirándola a los ojos.

*

Jirafreud y la crisalida de mañana

- Qué se le dice a una oruga que no quiere ser mariposa, ni siquiera avispa, ni mucho menos abeja-, pensaba el doctor Jirafreud rumiando en las alturas, mientras su paciente hablaba y hablaba tumbado en la parte convexa de la rama de aquel árbol africano.

Si por lo menos, dado que rechaza la fauna, quisiese ser flora... pero no.

Y la oruga hablaba y hablaba.

- Qué se le dice a una oruga distraída y alienada que quiero ser esto después de ser sometida a una ingente cantidad de hojitas publicitarias.

*

El escondite de Spica*

spica2

Estaba Vir Vireta paseando por el jardín botánico, cuando se encontró con un par de abuelitos que jugaban al escondite. Agachada detrás una planta de nombre impronunciable la viejecita atisbaba con medidos movimientos de cabeza, camuflada entre el follaje verdoso del jardín. Miraba a su "chico", y se reía, ¡Ji!, Ji!, Ji!, Ji!!, contenta de que esta vez le tomaría más tiempo encontrarla.

Vireta que es muy extrovertida entabló conversación con la dulce viejecita, la cual le pidió que adoptara la misma posición que ella y se uniera momentáneamente al juego. Hablando con ella, supo que los dos abuelitos jugaban a este juego desde hace muchos años (quizá desde 1774) soltándose las manos a la entrada y tomando caminos diferentes, para esconderse entre plantas indicadas con nombres exquisitos, graciosos y curiosos.

Mira tú, que una vez agitada la mano en la despedida, Vir Vireta se fijó un poco mejor en dónde estaban escondidas ella y su secuaz.

Ji!, Ji!, Ji!, Ji!. Y zaz...

No olvides mirar aquí y sobre todo aquí.

Allí están, en el jardín botánico de Madrid. Jugando al escondite.

*

Gracias Vir,

22 disparos inanimados (en el metro)

22cosas

Y si, como es natural, existen 22 disparos animados.
Pero no aquí.

*

Adivinanza

tique

Al menos por hoy, ¿es esta la máquina que gobierna mi cabeza?, ¿mi alma? o ¿mi cuerpo?

Tiene 1 minuto para responder, antes de que salga el "tique".

*

Perspectiva oceánica

Perspectiva oceánica

Rigoberta lee tranquila, allí detrás de Lilith y Amaranta.

Y al intentar desmenuzar las perspectivas diferentes que aportan las tres, pienso que vale la pena hacer una pausa, y no plantear mundos imaginarios que floten por Plaza de Oriente, sino aferrarme a un eco que me lleve hasta el mar, y cerrar los ojos y recordar cuando caminando de la arena hacia mar adentro, empecé a nadar, y de nadar a respirar agitado, preocupado por hundirme o extasiado por flotar, y de improviso en mitad del mar, encontrar una roca grande justo a la altura de mis piernas, y allí subido como semi-dios (como una boya mar adentro de rodillas para arriba) mirando el fondo y suspendido, mitad dentro y mitad fuera; descubrí la indecisión de estar seco y mojado, tostado por el sol y sumergido en agua salada transparente.

Darse un chapuzón en medio del mar desde un trampolín inexistente para todo el que ve.

Y entonces pensé que Rigoberta, Lilith y Amaranta también pisaron esa roca, sin importar que Plaza de oriente quedé tan lejos.

No importa que jamás las vuelva a ver.

*

Dasineura affinis

Soy el post mosquito. Que vive sólo 8 horas.
Que te chupa la sangre y come la fructosa de tus frutas.
Que vuela cerca de tu oreja y te hace cosquillas.

Soy el post mosquito. Que evita los cojines que lanzas con desesperación y con apuro.
Que reza una plegaria por otros mosquitos caídos y pegados a la pared.
Que zumba por los aires de tu cargada habitación.

Abre la ventana y traeré a otros mosquitos como yo.
Que sólo viven 8 horas.

BZZZZZZZZzzzmmmm!

*

Sansón en bicicleta

flight_rodoulph_bittersweet

Sansón, después de todas las putadas que le hizo Dalila, se hizo ciclista.

Y robaba doncellas por las tardes.

Pasaron los años y se hizo viejo, calvo y flacucho.
Pero seguía yendo en bici, soñando sobre las nuebes, como un semidios.

Un día, robó una chica rubia que se llamaba Dalila.
Así como la otra.

Pero esta era nueva.
Esta iba sin tijeras.

Esta quería volar y dar una vuelta en bicicleta, con el viejo Sansón.

*

Felicia Warhol

wahfel

Es ella. Se ayuda a si misma.
Se multiplica.
Se duplica.

Duplica todo a su alrededor.

Es genial.

*

Otro mundo

Todos los días el amanecer era distinto.
Todos los días desaparecía algo común y cotidiano del planeta.
Cada día no existía más una cosa. Diferente cada día.
Ayer las cucharas. Y nos tuvimos que apañar todo el día con los tenedores en la sopa.
Hace un mes las ventanas y aprendimos a no sentir vértigo por un día.
Todos los días el mundo era distinto porque una cosa ya no estaba.
Cada día aparecía nuevamente lo de ayer, pero era el turno de otra cosa.
Hoy desaparecieron los coches, dejando torrentes de personas caminando y charlando rumbo al trabajo.
La semana pasada todos los sofás. Taburetes improvisados para ver el telediario o echar la siesta sobre dos ladrillos.
Un mundo que de inconstante, ya era rutinario.
Todos los días el anochecer era lo mismo: Esperar a la mañana siguiente y volver a jugar en otro mundo. Sin mecheros, gafas, butacas de cine, bandejas, pilas alkalinas, jerseys, patinetes,...

*

Los dos primeros

Los dos primeros

Tor y Tur son dos tornillos que se conocieron en la quilla del Titanic, más o menos a la altura de la línea de flotación. Ese lugar que según el clima, la velocidad, el balanceo o la gravedad te hace estar dentro o fuera del mar sin poderlo predecir.

Tor miraba siempre a barlovento y Tur siempre soñó con descubrir el sotavento. Ambos tan parecidos en todas su medidas y distancias que no podrías distinguir quién es quién.

A menos que oyeses lo que sueña uno y sueña otro.

Porque Tor quiere envejecer orgulloso y resistente, con algunas canas de óxido sobre su hexagonal cabeza, pero entero por dentro y con sus factores de seguridad intactos. Es un tornillo patriota a la majestad del navío, que sube y que baja. Y entiende cada día que transcurre que debe inculcar a Tur la disciplina del buen atornillado y cómo refundirse con la estructura hasta imitar la inimitable soldadura.

En cambio Tur quiere liberarse. Oxidarse por partes y adquirir una figura irregular. Desgajarse en tonos ocres, marrones, naranjas y azulados, comprobando el salitre de cientos de regiones de las que ha oído hablar a viejos tornillos del taller de herramientas. Y desea mirar el fondo del mar y el cielo, y en óxido férrico deshacerse un poco por los siete mares. Nunca reducirse, sino oxidarse. Y entiende que cada día que transcurre, es una buena idea contar historias de tornillos famosos a su compañero Tor, para que se sienta feliz en su misión, y hacer como que entiende la disciplina del buen atornillado.

En un viaje único, ambos fueron abatidos lo suficiente para echar canas oxidadas de color rojizo y felices iban cada uno con su idea en la cabeza hexagonal.

Fueron los dos primeros tornillos en saltar de la quilla al chocar con el iceberg. Iban Tor y Tur a encontrar su destino en el fondo del mar, donde con el pasar de los años se desharían en partículas minúsculas de lo ortodoxo y divergente.

Tor y Tur forman parte del mar. Ese que baña tus tobillos, cuando desde la playa ves los barcos pasar rumbo al sur. Rumbo al norte. Rumbo al sur.

*

Pero si son el mismo

dos niños

*

El borde

El borde

Cuando se mira, hay un límite en la mirada. Como aquel chico que mira una boca sin ver los ojos, porque los ojos están cubiertos por un hombro, por unas uvas, o por algo que se interpone en la mirada. Y con el tiempo se aprende (una lección), que cuando miras unas boca sin ver los ojos, la otra persona ve exactamente lo mismo: una boca sin ver tus ojos, (que a su vez miran la boca).

Y en este ver y no ver, vemos brazos, manos, pies, muslos y tobillos. Hasta la sombra. Y si es de ver al límite, vemos hasta las cejas, el tabique de una nariz, sin ver los ojos ajenos. Aquellos ojos que ven, sin equívoco, nuestras cejas, nuestro tabique.

Nunca los ojos. Nunca nuestros ojos. Siempre jugando ese juego cuando aparece.

Hasta que un día aprendes, una lección más, sobre miradas, y ya no se interpone un árbol, un taxi o unas manzanas, y miras a cara descubierta sabiendo que además de ojos, está todo lo demás.

Aprendes a escapar de los ojos extraños, como la luz a las huellas de una supernova.

Porque estas lecciones va de miradas ajenas. Pero no tanto.

*

Mira, ve, observa

quenosequedenadiefuera

¿Cuántos?

*

Elegía de mañana

Mañana me dejaré llevar por lo que diga la gente, por como visten, por lo que piensan. Mañana al ir en el autobús hacia el trabajo, no miraré a través del cristal, buscando la cara de otro como yo en un autobús en contravía. Porque el que mira al de al lado, con ganas de mirar, se revela como buscador matutino de no se sabe qué. Mañana en vez de ir imaginando un encuadre para hacer una foto, buscaré un periódico gratuito sobre una papelera para dejarme ir y distraer mi mente que intenta bufar como una locomotora. Mañana no tomaré las manos de aquella, ni de esta, sino la derecha con la izquierda, mientras estiro las piernas sin importar quién mira a través del cristal del autobús. Mañana no me instaré a recordar el famoso "Si" de Rudyard Kipling, sino todo lo contrario. Buscaré una manera, un recurso legal, para demandarle por tanto “Si” a medio camino, deseos sin cumplir y pérdidas no imaginadas apostadas en un solo lance de unos dados. Le demandaré por incumplimiento de contrato, con mis manos cruzadas sobre un periódico gratuito y las piernas estiradas.

Porque Kipling, a veces nos engañas, aunque seamos los culpables.

Cuidado y no tropieces con mis piernas.
(No tropieces conmigo).

*