Otro mundo
Todos los días el amanecer era distinto.
Todos los días desaparecía algo común y cotidiano del planeta.
Cada día no existía más una cosa. Diferente cada día.
Ayer las cucharas. Y nos tuvimos que apañar todo el día con los tenedores en la sopa.
Hace un mes las ventanas y aprendimos a no sentir vértigo por un día.
Todos los días el mundo era distinto porque una cosa ya no estaba.
Cada día aparecía nuevamente lo de ayer, pero era el turno de otra cosa.
Hoy desaparecieron los coches, dejando torrentes de personas caminando y charlando rumbo al trabajo.
La semana pasada todos los sofás. Taburetes improvisados para ver el telediario o echar la siesta sobre dos ladrillos.
Un mundo que de inconstante, ya era rutinario.
Todos los días el anochecer era lo mismo: Esperar a la mañana siguiente y volver a jugar en otro mundo. Sin mecheros, gafas, butacas de cine, bandejas, pilas alkalinas, jerseys, patinetes,...
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12 comentarios
fujurdragonblanco -
bacterio -
Hace unos días charlábamos en el trabajo y una compañera decía que estaba leyendo "En busca del tiempo perdido". Yo decía que hace tiempo que no leo libros de ficción. Sospecho que pensó que soy una especie de simio (lo cual por otra parte...) (No dije nada de ver vídeos de anime porque me pareció que iba a quedar feo)
Saludos
Nuala -
Digamos que vivo en medio de una tormenta en altamar, y lo único que quiero es que deje de moverse el p*** barco. :)
Por cierto, el truco ese la última vez que lo probé, hace ya unos cuantos años, no funcionó muy bien. Supongo que subirse a un barco a las 9 de la mañana, sin haber dormido y tras haber pasado toda la noche de copas y despertado al pueblo entero cantando no sé qué (despertar a los vecinos es una de las ventajas añadidas de ir de vacaciones a pueblos donde no te conocen) tampoco es buena idea. Ver a la gente comiendo y bebiendo en medio de tanto meneo, tampoco ayuda. En mi descargo diré que las señoras repipis que iban disfrazadas de Capitán Pescanova y que al subirnos al barco miraban con cara de brujas
los tacones de nuestras sandalias y zuecos mientras bajábamos por las escalas de cuerda intentando no caernos al agua, fueron las primeras en correr a vomitar provocando un efecto dominó en el resto de los que estaban en cubierta, yo incluida, por supuesto. Ains.
Elenita -
Nuala, yo disfruto muchísimo de los cambios, pero a la vez necesito tener a dónde volver. A reencontrar mi eje para seguir girando, como bien dices.
Eride -
(Carlos, dile algo...)
aiyana -
nadie -
(V) -
Nuala -
Mi infierno particular sería algo así: un mundo que siempre cambia, la pérdida constante (que lo reencuentres no te quita el mal rato que pasas cuando descubres que ya no está ahí), el miedo al qué desaparecerá mañana... ufff quita quita...
Improvisar se me da bien, pero no creo que durará mucho en un mundo así.
Hace tiempo descubrí que yo necesito un eje para seguir girando. Necesito puntos fijos, inamovibles, de esos que sirven de referencia y te devuelven la dirección, la perspectiva y la medida de las cosas.
También necesito pequeñas rutinas que me permitan crear la ilusión de que podemos ejercer algún tipo de control sobre el tiempo o sobre los acontecimientos.
La novedad y los cambios hacen felices a mucha gente; a mí, no.
Yo cambio mi pasaporte por un sofá donde quepan tumbadas dos personas. El mejor viaje será siempre el que haga entre un par de brazos, con la persona que está pegada a mi espalda. Cuando todo encaja.
Paz. :)
(Lo digo siempre pero no me creeis: soy muuuuuuy aburrida.)
nadie -
la sombrilla insolada -
Me gusta ese mundo. Pero me daría miedo que un día desaparecieran los paraguas... o las sombrillas!!
Elenita -