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Los dos primeros

Los dos primeros

Tor y Tur son dos tornillos que se conocieron en la quilla del Titanic, más o menos a la altura de la línea de flotación. Ese lugar que según el clima, la velocidad, el balanceo o la gravedad te hace estar dentro o fuera del mar sin poderlo predecir.

Tor miraba siempre a barlovento y Tur siempre soñó con descubrir el sotavento. Ambos tan parecidos en todas su medidas y distancias que no podrías distinguir quién es quién.

A menos que oyeses lo que sueña uno y sueña otro.

Porque Tor quiere envejecer orgulloso y resistente, con algunas canas de óxido sobre su hexagonal cabeza, pero entero por dentro y con sus factores de seguridad intactos. Es un tornillo patriota a la majestad del navío, que sube y que baja. Y entiende cada día que transcurre que debe inculcar a Tur la disciplina del buen atornillado y cómo refundirse con la estructura hasta imitar la inimitable soldadura.

En cambio Tur quiere liberarse. Oxidarse por partes y adquirir una figura irregular. Desgajarse en tonos ocres, marrones, naranjas y azulados, comprobando el salitre de cientos de regiones de las que ha oído hablar a viejos tornillos del taller de herramientas. Y desea mirar el fondo del mar y el cielo, y en óxido férrico deshacerse un poco por los siete mares. Nunca reducirse, sino oxidarse. Y entiende que cada día que transcurre, es una buena idea contar historias de tornillos famosos a su compañero Tor, para que se sienta feliz en su misión, y hacer como que entiende la disciplina del buen atornillado.

En un viaje único, ambos fueron abatidos lo suficiente para echar canas oxidadas de color rojizo y felices iban cada uno con su idea en la cabeza hexagonal.

Fueron los dos primeros tornillos en saltar de la quilla al chocar con el iceberg. Iban Tor y Tur a encontrar su destino en el fondo del mar, donde con el pasar de los años se desharían en partículas minúsculas de lo ortodoxo y divergente.

Tor y Tur forman parte del mar. Ese que baña tus tobillos, cuando desde la playa ves los barcos pasar rumbo al sur. Rumbo al norte. Rumbo al sur.

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5 comentarios

calanda -

...blanco y negro, norte y sur, se atraen y se repelen...y al final, juntos, en ese mar que comparte secretos y confunde sentimientos con recuerdos...preciosa historia

Nuala -

Rectifico:
Nadie, Conchi y Chonchi se casaron con un tornillo pasado de rosca llamado Pajares y después fueron al Tomate y Salsa Rosa a hablar de sus divorcios.

Nuala -

Nadie, Conchi y Chonchi se casaron con uno que le faltaba un tornillo pasado de rosca llamado Pajares y después fueron al Tomate y Salsa Rosa a hablar de sus divorcios.

nadie -

Si. muy bonito, pero... ¿que paso con CONCHI Y CHONCHI (las respectivas tuercas)? ¿También se disgregaron en minúsculas partículas divergentes? ¿Tal vez alguna de ellas anidó en una ostra solitaria para terminar reencarnándose en una extraña perla pelirroja? ¿O fué arrastrada por las corrientes hasta ser engullida por una ballena en los mares del sur cuyo destino sería ser cazada inescrupulosamente por un navio japonés sin licencia para matar?

Nuala -

Tor y Tur forman parte de ti, de tu piel, esa que besan las olas del mar. Por eso a veces sueñas en hexagonal.

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(¡¡¡Los tornillos sueñan!!! Me encanta. :D)

Una historia con final feliz, porque los dos finalmente consiguen lo que quieren: la fusión completa y la total dispersión, ser uno y ser todo.

Dan ganas de irse a la playa. :)