La rabia
Viendo aquel cielo tan hermoso, Marieta sintió una rabia frustrante.
Enorme.
Porque se dio cuenta de que un cielo lleno de fogonazos violetas, rosas o naranjas sólo está dedicado una vez por persona en esta vida.
Presentimiento hecho certeza.
Y algunos lo ven, y otros no.
Y algunos van en el coche cuando lo atisban, y otros en el metro alegremente sumergidos.
Y alguien se reconoce entre el amasijo de nubes y otros sólo ven la metereología.
Y Marieta rabiosa se revuelve sin moverse, porque disfruta a sabiendas que lo hace a cuesta de otros.
Le consuela, únicamente, saber que un día verá el suyo.
Podrá, entonces, dedicarlo... sin rabiar.
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2 comentarios
Glassy -
evam -