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Spica *

Kamikaze

Kamikaze

Desde la avanzada perfectamente alineada surguió el pensamiento de un guerrero menor de color blanco:
- "Soy un kamikaze".
Así pensó por delante de la esbelta torre de su mismo color.

Furiosos caballos, de dos tonos, retozaban a su lado.
Mira!, mira!, allí va el reluciente caballero blanco, protegido por el monje de daga afilada. Qué maniobra.
Oh!, qué dolor!, se ha entregado el caballero, y con él su coraje y su destreza, pero a cambio hemos protegido lo que más amamos.

La Dama.
No el rey, la dama.

¿No se trata de eso la vida?, ¿no se trata de eso la guerra sobre dos entramados?, ¿la batalla?
Y un poco de tiempo, si que hemos ganado.

- No me importa avanzar solo. Mi dama lo entenderá.
Y el enemigo quedará desconcertado. No adivina que este pobre peón blanco ha jugado mil veces este juego.

*

Epílogo.-
La blancas ganaron.
El peón murió en la maniobra, pero la Dama negra quedó tan perturbada por ese acto de amor en el campo de batalla enemigo, que no halló inspiración para ganar la partida.
Y es que no había peones tan entregados en sus filas.

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