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Mitología sui generis

Mitología sui generis

Lo contaré rápido no vaya a ser que Ícaro nos caiga encima antes de tiempo.

Era cierto, Ulises llegó y Penélope bailaba rodeada de 40 ladrones que hacían palmas y la instaban a pasar por debajo de tela ya terminada que hacía las veces de una barra de limbo. Todo en el ambiente estaba contagiado del limbo tropical. Que desilusión, pensó Ulises, que sin perder un segundo se enfundó en las botas de cuero, cargó sus dos revólveres, lanzó lejos su arco y sus flechas y a ritmo de limbo se cargó a todos menos a Penélope. Aquí fue cuando... PLAF!... cayó Ícaro del cielo sobre la radiante Penélope.

Ulises se dirigió rumbo al oeste, unos hombres de bronce cogieron su arco y sus flechas y nunca más se supo de él.

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6 comentarios

Sá -

yo también quiero subir a ese autobús. como hubiera un amante de Poe no te cuento...

bacterio -

Qué desfachatez, reusar personajes para hacer una historia a medida con ellos.

Saludos

Borjo -

:O

la sombrilla insolada -

Y el vaquero de la foto inventó el efecto Matrix antes que nadie, sí señor.

Pues me gusta como has hecho con los personajes de los cuentos. Los pobres llevan una eternidad encerrados en su misma historia, ya es hora que hagan un poco de turismo o algo.

Glassy -

Qué autobús más interesante, yo también quiero subirme a él. Lo máximo que aspiro a escuchar yo en un autobús de los míos es el zumbido de los sueños de la gente, que a esas horas de la mañana todavía no se ha despertado (no te lo deseo: oír el zumbido prometedor de los sueños y no poder verlos es una tortura)

carlos -

prometo que escuché estas tres historias, entrecruzadas en un mismo autobús... no en ese orden. claro!

Ulises, Icaro y Ali Babá.
El limbo inspiración divina.

Ex-piración, quise decir.

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