Don Apol(o-a)nio Aguirre
Don Apolonio Arregui era, en exclusiva, supervisor de segundo nivel en el área de explotación de sistemas de la empresa YOGURDEPERA S.A.
Un buen día se le ocurrió a Don Apolonio Arregui, buscar un segundo empleo.
Esto no tendría la mayor importancia, si no fuese por la curiosa circunstancia de que deseaba intentarlo en la misma empresa donde YA trabajaba.
Y apareció la oportunidad: un puesto maravilloso como Técnico experto de Control de Calidad de primer nivel en el área de Organización de la empresa YOGURDEPERA S.A., para el cual Don Apolonio, envío su CV con el nombre un poco modificado... Apolanio Arregui.
Así nació la locura; y su esquizofrenia gemela.
Es quizás, innecesario describir, como Don Apolanio Arregui (un hombre de recursos) mintió con descaro, adoptó dos apariencias diferentes y con una confianza desmedida obtuvo su segundo empleo en la empresa YOGURDEPERA S.A.
El punto es que se enfrentaba a un reto del que no había documentación previa o pruebas físicas de que se hubiese llevado a cabo. Y se ha de decir, que intentó buscar algún precedente en la biblioteca pública. Sin éxito.
Así fue como Don Apolonio, forjando una leyenda personal, se aferró con angustia y un poco de descaro a su agenda electrónica. Con ella podía organizarse día a día, combinando días de vacaciones de su primer trabajo, para utilizarlos en épocas que se requería de su presencia a tiempo completo, en el segundo. También coordinaba con acuciante lucidez los tiempos del café y el compartir con los compañeros de faena, controlando sus tiempos y el de los demás, así como las costumbres para estar con unos y con otros sin levantar sorpresas. Sabiendo cuando bajar por las escaleras centrales y cuando subir por las de la entrada. Manteniendo un orden en sus idas al baño y el saludo adecuado según aquel empleado que le conociera en uno u otro papel. Todo sin fallos y siempre en la cuerda del malabarista que camina sin red.
Y Don Apolonio lograba este equilibrio a las mil maravillas.
Vivía en constante excitación, en constante peligro laboral, en la cruda sensación de topar, mañana sí, tarde también, con sus dos jefes en el ascensor. Y aunque esto pareciese una desgracia, en el fondo de su orgullo, de su vanidad, Don Apolanio se decía a sí mismo que lograría triunfar y salir airoso de tamaña situación.
Todo esto sin entrar en detalles de cómo controlaba sus ingresos, su declaración a hacienda y la ausencia de vacaciones a su esposa e hijos.
Vivía Don Apolanio, exclusivamente para su trabajo. Perdón,... quiero decir: vivía exclusivamente para sus dos trabajos.
Ocurrió un día la graciosa coincidencia, que por la naturaleza de sus dos trabajos, Don Apolonio debía auditar en materia de calidad a Don Apolanio.
Qué día.
Qué risas se echaron los dos. Allí en el bar cerca de la empresa, Don Apolonio se auditó así mismo, Y cada uno quedó encantado con la profesionalidad del otro. Todo halagos y parabienes. La agenda electrónica, al fin descansaba. No había nadie a quien evitar, ni zig-zags qué hacer furtivamente.
Eso si, pasaron unos cuantos minutos ensimismados en quién pagaba los dos bocadillos de tortilla y las dos cañas.
- Pago yo, decía Don Apolanio.
- Faltaría más, amigo mío, pago yo, decía Don Apolonio.
- La próxima tal vez..., insistía Don Apolanio.
- (...)
Y así hasta que... pagaron los dos.
Aunque en realidad, la que pagaba dos veces era YOGURDEPERA S.A.
...es lo que tiene pasar doblemente los gastos varios por auditoria y tener a un recurso humano que casi parece que trabaja por dos.
*
Un buen día se le ocurrió a Don Apolonio Arregui, buscar un segundo empleo.
Esto no tendría la mayor importancia, si no fuese por la curiosa circunstancia de que deseaba intentarlo en la misma empresa donde YA trabajaba.
Y apareció la oportunidad: un puesto maravilloso como Técnico experto de Control de Calidad de primer nivel en el área de Organización de la empresa YOGURDEPERA S.A., para el cual Don Apolonio, envío su CV con el nombre un poco modificado... Apolanio Arregui.
Así nació la locura; y su esquizofrenia gemela.
Es quizás, innecesario describir, como Don Apolanio Arregui (un hombre de recursos) mintió con descaro, adoptó dos apariencias diferentes y con una confianza desmedida obtuvo su segundo empleo en la empresa YOGURDEPERA S.A.
El punto es que se enfrentaba a un reto del que no había documentación previa o pruebas físicas de que se hubiese llevado a cabo. Y se ha de decir, que intentó buscar algún precedente en la biblioteca pública. Sin éxito.
Así fue como Don Apolonio, forjando una leyenda personal, se aferró con angustia y un poco de descaro a su agenda electrónica. Con ella podía organizarse día a día, combinando días de vacaciones de su primer trabajo, para utilizarlos en épocas que se requería de su presencia a tiempo completo, en el segundo. También coordinaba con acuciante lucidez los tiempos del café y el compartir con los compañeros de faena, controlando sus tiempos y el de los demás, así como las costumbres para estar con unos y con otros sin levantar sorpresas. Sabiendo cuando bajar por las escaleras centrales y cuando subir por las de la entrada. Manteniendo un orden en sus idas al baño y el saludo adecuado según aquel empleado que le conociera en uno u otro papel. Todo sin fallos y siempre en la cuerda del malabarista que camina sin red.
Y Don Apolonio lograba este equilibrio a las mil maravillas.
Vivía en constante excitación, en constante peligro laboral, en la cruda sensación de topar, mañana sí, tarde también, con sus dos jefes en el ascensor. Y aunque esto pareciese una desgracia, en el fondo de su orgullo, de su vanidad, Don Apolanio se decía a sí mismo que lograría triunfar y salir airoso de tamaña situación.
Todo esto sin entrar en detalles de cómo controlaba sus ingresos, su declaración a hacienda y la ausencia de vacaciones a su esposa e hijos.
Vivía Don Apolanio, exclusivamente para su trabajo. Perdón,... quiero decir: vivía exclusivamente para sus dos trabajos.
Ocurrió un día la graciosa coincidencia, que por la naturaleza de sus dos trabajos, Don Apolonio debía auditar en materia de calidad a Don Apolanio.
Qué día.
Qué risas se echaron los dos. Allí en el bar cerca de la empresa, Don Apolonio se auditó así mismo, Y cada uno quedó encantado con la profesionalidad del otro. Todo halagos y parabienes. La agenda electrónica, al fin descansaba. No había nadie a quien evitar, ni zig-zags qué hacer furtivamente.
Eso si, pasaron unos cuantos minutos ensimismados en quién pagaba los dos bocadillos de tortilla y las dos cañas.
- Pago yo, decía Don Apolanio.
- Faltaría más, amigo mío, pago yo, decía Don Apolonio.
- La próxima tal vez..., insistía Don Apolanio.
- (...)
Y así hasta que... pagaron los dos.
Aunque en realidad, la que pagaba dos veces era YOGURDEPERA S.A.
...es lo que tiene pasar doblemente los gastos varios por auditoria y tener a un recurso humano que casi parece que trabaja por dos.
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11 comentarios
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carmen -
¿016? ¿Para contar hacia adelante? ¿o qué luego? :)
carlos -
que hace un calor, pa´morirse!
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Nuala -
nadie -
Carlos -
apolonio, en cambio, no es que piense en el futuro... es que le marcaron en la infancia con el horrible cuento ese de la cigarra y la hormiga...
pobre!
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nadie -
Nuala -
Los riesgos que corre Apolonio son el de acabar quemado. Y no quiero pensar qué pasará cuando se le estropee la agenda electrónica. También podría llegar el momento en que ya no recuerde quén es él realmente.
Nadie conoce a nadie como tú dices muchas veces. Y algunos ya no se conocen ni a sí mismos.
¿Sólo un par de incongruencias? Yo diría que el post entero lo es.
Pow75 -
'Vivía Don Apolanio, exclusivamente para su trabajo'
Acerté?
Bonito acertijo nos has puesto hoy ;-)
carlos -
es que en un post con doble personalidad, debí haber previsto que los errores vienen a pares.
tócate los pies!
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carlos -
¿cuál será, cuál sera?
Yo lo sé y tú no.
Mira de nuevo. A lo mejor estás viendo DOBLE. O por dos.
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