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Spica *

Y no hablamos de ello

Y no hablamos de ello Tarde de sol agradable. Sopla el viento sobre el descampado verde y allí estamos 20 personas haciendo ejercicios de creatividad grupal.
Un suave olor a pino nos rodea mientras el instructor habla:
- “Sincronización instantánea” – dice en voz alta, mientras todos nos miramos interrogativos. Se refiere al nombre de la siguiente actividad.
- “...o el juego del espejo, para los que no estáis muy despiertos a estas horas de la tarde” - aclara con su inagotable vozarrón.
- “Venga, 10 segundos para encontrar pareja... Yaaaa!”
Formamos parejas a diestra y siniestra. Al azar, sin buscar al parecido, ni al más allegado.
Y mi pareja es Alda. Y yo soy el de ella.
El juego del espejo consiste en creer que tú no eres tú, sino que eres el otro y por tanto tus movimientos son los del otro y entonces estás frente a un espejo perfecto. Uno que no sigue tus movimientos sino que los refleja. Seguirlos sería dar un segundo de ventaja y por lo tanto, repetir.
En este juego hay ganadores, así que quienes sincronicen mejor y más tiempo ganarán.

Mientras explican nuevamente las reglas miro de reojo a Alda y le digo en voz baja: “este juego es muy fácil”. Y ella me responde, viéndome también de reojo: “sólo tienes que mirarme a los ojos”. (admirable, pienso).
Sonrisas sincronizadas.

10 personitas frente a 10 personitas.
5,4,3,2,....1....ya!

(contaré lo que nos ocurrió a Alda y a mí)
*
Ojos muy abiertos, como espejos, mi brazo derecho se levanta, su brazo izquierdo se eleva, recorriendo las mismas coordenadas, las manos se extienden, la diestra y la siniestra buscando el mismo punto, los índices se tocan, los espejos reflejan, no hay repetición.
Ojos muy abiertos, sin mirar nada más, su brazo derecho sube despacio, mi brazo izquierdo le sigue, ambos como guiados por un hilo invisible, las palmas se abren, las cuatro, se tocan completas, sin segundos de por medio, sólo olor a pino fresco, y un recorrido interno.
Las rodillas buscan tierra, las manos se elevan, los dedos se entrelazan, solos frente al espejo, buscando ser complejos, maniobras de escapista, derecha, izquierda, arriba, abajo, ya pasamos la cima y vamos en descenso.
Un pie que sube y el soporte es el espejo, aunque sin apoyarme, sin apoyarse, ¿dónde está el titiritero?, vuelta al principio, con pies en paralelo, las manos se despiden, un índice que besa y dice adiós, la diestra, la siniestra, vuelven a sus cuerpos, desplazamiento exacto, mirada milimétrica, los ojos muy abiertos.

*

Al volver de nosotros y nuestro recorrido, un círculo de 19 personas nos observaba atónito. Un público bien avenido que no se atrevió a gastar ni una broma, ni un comentario imprudente. Sincronizados también ellos.

Sonrisas sincronizadas.

7 comentarios

Patricia -

Yo alguna vez he jugado a este juego y nunca conocí a nadie que se "reflejara" tan bien como tu lo has descrito.

Seguramente porque éramos incapaces de mantener la mirada en el otro sin ruborizarnos.

Carlos -

Es infalible, Amelie, infalible.

Amélie Poulain -

Me ha encantado esa descripción de movimientos reflejados. Parece que el "truco" de mirarse a los ojos en infalible en esto de la sincronización. Trataré de no olvidarlo.

Golfo -

Que bonito, me dan unas ganas horribles de jugar. pero necesitaré a alguien a quien porponérselo.
La danza embellece a la gente, pensé el otro dia viando a una bailaora de flamenco...

Nuala -

Compenetración, espejos... hoy mejor no digo nada.

¿275 años? Yo hablaría con tu proveedor de internet.

miss guisante -

haces teatro?

envidiable la concentración de "alda" y "yo"

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susej -

jop, lo que has contado es muy dificil, pero muy, muy bonito :)