Pequeño Limberg
*
De pequeño, encontré en un armario todos los viejos apuntes de mi madre cuando estudió ingeniería. Allí había planos de geometría descriptiva, páginas fotocopiadas de vectores y planos, apuntes de cálculos de fuerza e inercia, torsiones en planos tridimensionales, láminas con isometrías de tornillos, vigas o paredes de hormigón, tablas de integrales y fórmulas imposibles de la resistencia de estructuras.
Pero para mis ojos, eran resmas de papel listas para ser transformadas en perfectos aviones de papel.
Y mis aviones eran los mejores. Los que más piruetas hacían para seguir en línea recta y los que más lejos llegaban.
Sobre todo si vives en un séptimo de un enorme edificio. El horizonte era el límite.
...Doblar derecha al centro, doblar izquierda al centro, alisar con ganas, doblar punta a la mitad, doblar ala derecha, doblar ala izquierda, alisar con firmeza... y a volar!!!...
Creo que esa tarde hice unos cien aviones de papel y meticulosamente los fui juntando cerca de la ventana, que era desde donde pensaba lanzarlos.
Cuando los dedos y las rodillas me dolían, de tanto forzar los pliegues, me levanté y fui a buscar a mi hermana pequeña, la senté frente a la ventana y le dije: abre bien los ojos, porque cuando nos castiguen sólo podremos hacer barcos de papel.
Sin esperar ni un minuto, echamos a volar los cien aviones. Como una bandada de patos, algunos torpes, otros ligeros, otros como saetas, otros pesados como plomos, otros elegantes,... resplandecientes en todos los casos.
Y sobre todo, no lo olvidéis, conteniendo todos los fundamentos de la ingeniería en su interior, en su materia prima, en la esencia misma de sus alas.
Eso los convertía en fiables y respetables. Casi invulnerables.
*
De pequeño, encontré en un armario todos los viejos apuntes de mi madre cuando estudió ingeniería. Allí había planos de geometría descriptiva, páginas fotocopiadas de vectores y planos, apuntes de cálculos de fuerza e inercia, torsiones en planos tridimensionales, láminas con isometrías de tornillos, vigas o paredes de hormigón, tablas de integrales y fórmulas imposibles de la resistencia de estructuras.
Pero para mis ojos, eran resmas de papel listas para ser transformadas en perfectos aviones de papel.
Y mis aviones eran los mejores. Los que más piruetas hacían para seguir en línea recta y los que más lejos llegaban.
Sobre todo si vives en un séptimo de un enorme edificio. El horizonte era el límite.
...Doblar derecha al centro, doblar izquierda al centro, alisar con ganas, doblar punta a la mitad, doblar ala derecha, doblar ala izquierda, alisar con firmeza... y a volar!!!...
Creo que esa tarde hice unos cien aviones de papel y meticulosamente los fui juntando cerca de la ventana, que era desde donde pensaba lanzarlos.
Cuando los dedos y las rodillas me dolían, de tanto forzar los pliegues, me levanté y fui a buscar a mi hermana pequeña, la senté frente a la ventana y le dije: abre bien los ojos, porque cuando nos castiguen sólo podremos hacer barcos de papel.
Sin esperar ni un minuto, echamos a volar los cien aviones. Como una bandada de patos, algunos torpes, otros ligeros, otros como saetas, otros pesados como plomos, otros elegantes,... resplandecientes en todos los casos.
Y sobre todo, no lo olvidéis, conteniendo todos los fundamentos de la ingeniería en su interior, en su materia prima, en la esencia misma de sus alas.
Eso los convertía en fiables y respetables. Casi invulnerables.
*
15 comentarios
Nepomuk -
Es que yo siempre estaba castigado a no moverme del sitio y mis chismes eran solidarios conmigo.
guisante -
nuala, eres una cabeza llena de ideas!
;)
Isthar -
Ya podrías enseñarme porque los míos nunca volaron demasiado lejos... pero eso sí, los barquitos me salían de coña :D
saravá -
Alex -
imaginate -
Nuala -
(v) i r e ta -
me ha encantado... ojala hubiera tenido una hermana/o de fechorías... en eso, aunq la tuviera me encontraba, me encontraba sola y las broncas y los castigos no eran compartidas
lu -
Qué bien tu madre ingeniera.
imaginate -
Yo menos de cuatro porque aún no tenía un hermanito; claro que me tuve que conformar con recortar revistas (por lo tuyo me habrían matado seguro, que mi padre era de vilento de genero, que se parece a ingeniero pero no es lo mismo) ... aunque la lluvia de colores en la calle de la cárcel, se llamaba así, dicen que fue inolvidable ese día :)
guisante -
guisante -
leer este post y tener de fondo a rodrigo leao es como meterse en un cuento precioso, con "una imagen casi épica de cien aviones volando" y mamá-spica riéndose con sus retoños!!
qué bonito
qué evocador
*
Carlos -
yo no soy el que ha puesto los anuncios. Es todo el reino de Blogia que se quiere forrar a nuestras espaldas.
Están en su derecho, de todos modos. No es una mala idea, y como idea de negocio no está mal que 28 mil bitácoras estén plagadas de publicidad.
Me ha llamado la atención como cambian según el tema del post del día.
Haced clic si queréis, pero no me ingresa ni un duro en mi cuenta de ahorros.
Gracias a todos, en especial a Fujur, si lo habéis hecho.
Carlos -
Mamá Spica se rio de buena gana con nosotros.
Eso si... en adelante barquitos en la bañera y nada más.
Nuala -
Pero eran de papel. :)
Tu coqueteo con la aeronáutica nos deja una imagen casi épica en la retina: cien aviones de papel volando al unísono.
Spica Airlines tuvo una vida breve pero intensa. :D
Aunque dudo que mamá Spica pensara lo mismo. ¿Cuánto tardaste en poder sentarte de nuevo?