Concierto en la ventanilla
Me encuentro en la típica cola del canje anual del bono de la piscina municipal.
La fila espera impaciente mientras escuchamos atentos las peticiones que va respondiendo mecánicamente el empleado de la ventanilla.
En este momento atiende a una chica morena, con el cabello recogido, nerviosa, con mucha ropa encima y con unas manos inquietas. Mueve los dedos de arriba abajo tiptapteando sobre el apoyo de la ventana. Se le ve acalorada. Tartamudea al preguntar como si le costase hallar la segunda sílaba de todas las palabras.
Quiere saber cuándo empiezan las clases de natación, a la vez que señala con su mano derecha una hojita mal doblada con los horarios marcados en rojo.
Todos percibimos que está incomoda y silenciosamente nos dejamos caer sobre su hombro. Qué impaciencia.
Y ella que quiere irse de allí cuanto antes. Mientras tanto, el funcionario le responde, y ella tiptaptea: un arpegio, y otro, y otro, y otro...
La situación hace que me guste esa chica. Me pongo en sus zapatos y me emplazo nervioso junto a ella.
Tip-tap-tip-tap... sentimos vergüenza de que los demás sepan que no sabemos nadar o que necesitamos de lecciones del estilo mariposa. O que somos muy torpes preguntando a los extraños.
Tip-tap-tip-tap... empiezo a sudar. ¿qué hago aquí?
Tip-tap-tip-tap... me agoto. Me quedo sin voz.
Dimito.
Dimite.
*
Después de dos minutos interminables se retira de la fila sin despegar los ojos del papel, cómo queriendo hacer otra pregunta. Se marcha dando pasos cortos y derrotada.
Y dos ideas vienen a mi mente: 1) seguro que toca el piano; y 2) volverá mañana a otra hora en la que haya menos "público".
*
La fila espera impaciente mientras escuchamos atentos las peticiones que va respondiendo mecánicamente el empleado de la ventanilla.
En este momento atiende a una chica morena, con el cabello recogido, nerviosa, con mucha ropa encima y con unas manos inquietas. Mueve los dedos de arriba abajo tiptapteando sobre el apoyo de la ventana. Se le ve acalorada. Tartamudea al preguntar como si le costase hallar la segunda sílaba de todas las palabras.
Quiere saber cuándo empiezan las clases de natación, a la vez que señala con su mano derecha una hojita mal doblada con los horarios marcados en rojo.
Todos percibimos que está incomoda y silenciosamente nos dejamos caer sobre su hombro. Qué impaciencia.
Y ella que quiere irse de allí cuanto antes. Mientras tanto, el funcionario le responde, y ella tiptaptea: un arpegio, y otro, y otro, y otro...
La situación hace que me guste esa chica. Me pongo en sus zapatos y me emplazo nervioso junto a ella.
Tip-tap-tip-tap... sentimos vergüenza de que los demás sepan que no sabemos nadar o que necesitamos de lecciones del estilo mariposa. O que somos muy torpes preguntando a los extraños.
Tip-tap-tip-tap... empiezo a sudar. ¿qué hago aquí?
Tip-tap-tip-tap... me agoto. Me quedo sin voz.
Dimito.
Dimite.
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Después de dos minutos interminables se retira de la fila sin despegar los ojos del papel, cómo queriendo hacer otra pregunta. Se marcha dando pasos cortos y derrotada.
Y dos ideas vienen a mi mente: 1) seguro que toca el piano; y 2) volverá mañana a otra hora en la que haya menos "público".
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14 comentarios
Amélie Poulain -
Patricia -
Y sin embargo, tengo que llamar a algún sitio para pedir información o incluso comida para llevar, y de repente me entra la vergüenza.
Golfo -
dan ganas no tanto de salvarles de sus nervios como de perderse también en ellos como uno se pierde en la piel en el calor de la cama del cuarto dondequiera que habite.
fujurdragonblanco -
(v) i r e t a: -
Isthar -
Y eso que he trabajado mucho en atención telefónica, se pordría deducir que es por eso, pero lo mío viene de siempre...
Carlos -
Nepomuk -
¿qué es exactamente eso de la vergüenza?
(v) i r e t a: -
saravá -
Nuala -
evam -
(v) i r e t a -
jajajajajjaaa.... pero yo nunca habria echo ruiditos con los dedos, me pone nerviosa... solo lo hago cuando quiero molestar...
Nuala -
No sé en qué momento me rodeé de una nube de inconsciencia que me permite charlar tranquilamente con extraños. Este fin de semana me comentaba alguien asombrado que a él le daba corte pararse a sacar fotos, como iba haciendo yo, tan tranquila. El secreto es que cuando uno está en una ciudad que no es la suya, puede actuar como no lo haría en la suya. Cree que puede reinventarse. Y ya hace tiempo que ninguna ciudad es mi ciudad (ni siquiera la mía), al final es uno un extranjero en todas partes.
Porque un día elegí vivir en castillos de arena. :)
¿Se habrá apuntado vireta a tu piscina?