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Spica *

Román el escapista

Román el escapista

Román sueña que entra en su cabeza. En su cerebro.
Descubre, con asombro, que su mente es vasta e infinita, y que el limitado es él.
Hay una pared de ladrillos bastante vieja y gastada que conforma un laberinto dentro de una zona ínfima de su cabeza. El muro es tal cual como el que construiría él en un mundo real.
Dentro de su cerebro, dentro del laberinto, Román recorre con calma todo el entramado de pasillos y muros elevados. Va con la mano rozando la pared de su derecha para no perderse.
Por momentos se frustra de estar tan encerrado, y más aun cuando puede ver luces estroboscópicas que proceden por encima de la tapia neuronal.
Pero se calma y piensa en Ícaro.
No funciona.
Se calma más aun y piensa en una grúa con bola gigante de derribar paredes.
No funciona.
Se calma todavía más y piensa en una mano de niño que con un lápiz le muestra la salida del laberinto.
No funciona.
Se calma en el límite de lo posible y PLIS-PLAS... Román no piensa.

Román no piensa, y luego existe.

Y al no pensar, Román escapa del laberinto convertido en un resorte, una idea que viene de la cabeza de otro. Y escapa convertido en una pluma, que sopla de la cabeza de otro. Y escapa como un torbellino de arena, en una idea que viene de la mollera de otro.

Y escapa.

*

2 comentarios

Lucio -

"primero soy, luego pienso, y luego comunico"

Bello cuento =)

Saludos

NADIE -

ES QUE SI TIENES UN COMPLICE FUERA, LA FUGA SIEMPRE ES MÁS FÁCIL.