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Spica *

El Grafito no se diluye

Cristina se miraba las manos buscando algún lunar perdido, algún nebus benigno del pasado, alguna marca conocida,... buscaba aquella tarde de marzo en la que dejó olvidado un lápiz de punta afilada en el bolsillo del pantalón y al ir corriendo detrás de Alberto (su primer amor del cole), se clavó la punta de carbón en la base de la palma. Allí donde terminan las arrugas del destino y empieza un simple antebrazo. Tras el accidente, Alberto (su primer amor del cole) vino a socorrerla, pero tiró tan mal del pápiz clavado en la palma, que rompió la punta dentro de la mano de Cristina, dejándole el carbono instalado para siempre dentro de sus carnes. Y dejándose algo de él mismo, dentro de Cristina.

Esa noche, a solas, y sin aun decirle nada a su madre, Cristina intentaba extraer la punta con ayuda de una aguja pasada por el fuego de un mechero. Así, a lo Mohicano (el último quizás), tal y como había visto en alguna "peli" de indios y vaqueros. Y caballos y revólveres. Y agujas con mecheros.
Pero extraer una punta aferrada en la piel no era tarea sencilla. Llegaba a raspar el trozo de grafito, "rrrrrr", RRRR", "rrrrr", y daba escalofríos. Incluso parecia que la aguja se enganchaba, pero resbalaba y retozaba dentro, y con ella un desgarro más y un dolor más acerado en su mano.

Así estuvo hasta que ya no pudo más, y con lágrimas en la cara le llevó la palma y el carbono a su madre.

Ahora, Cristina se miraba las manos y ya no veía la marca del grafito, la marca de Alberto, la marca de su madre angustiada, la del patio de colegio.
Se había borrado después de 20 años; y no se había fijado cuando sucedió,...

... porque lo cierto es que siempre tuvo "a mano" y a la vista ese punto negro de carbón interior, la anécdota fácil para romper el hielo, el halo misterioso para contar en la intimidad. "¿sabes cómo me hice esto?"... "Me lo dejó enterrado mi primer amor."

Mi primer dolor, mi primer grafito clavado en la piel.
Objeto extraño que al final he diluido dentro de mí; junto con todos esos recuerdos.
Se decía Cristina mientras cerraba la palma, encerrando las arrugas del destino.

*"

10 comentarios

Gaita -

Clap, Calap ,clap!!!
Muy bueno!!!

Nunca leo blogs y llegue de casualidad desde el de Amelie buscando a Mario Benedetti y algo que escribio sobre ombligos...
despues lei este (JA!) porque trabajo con grafito...
Felicitaciones Spika!

Litos -

Piensa que esa mina ha entrado ya en tu carne, en tu sangre, y tal vez esté en un órgano interno. A mí me da miedo que la gente deje su marca en mí, sin darme opción a dejarla en ellos.

Nuala -

Incluso si consigues quitar la mina, queda una pequeña cicatriz, invisible para quien no sepa que está ahí.

Algunos recuerdos son indelebles, aunque nuevas capas de piel los vayan tapando.

Pow75 -

A una conclusión he llegado: los recuerdos y las sensaciones son más persistentes que el grafito.

burma -

Ahora que se ha dado cuenta, que le ha sacudido su ausencia, sólo tiene que cerrar fuerte los ojos y volver a abrirlos, fija su mirada en la palma de su mano. La verá.

(Y si no, que lleve siempre un rotu en el bolso, y se maquille con un lunar la piel, siempre q lo necesite)

No sólo precioso Carlos, impresionante el recuerdo y la batalla de este relato. En ti, en mi, en todos. (buf)

la sombrilla insolada -

Hay veces que el que te hablen de un lápiz clavado en la piel, hace que al mirar a tú alrededor, todo parezca un poco más bonito.

carlos -

¿mercurio?

ha estado usté visitando un cubo?

glassy -

Se me pasó por alto el título.

En mi primer comentario quería decir "yo deseo" y no "yo desee". Pero no, quita. Yo deseo que no me pase lo que a ella y que realmente se me diluya. Que se convierta en mercurio y ruede por mi palma.

sá -

jo, Spica, es precioso, de verdad... qué maravilla. Además como me llamo igual incluso me idnetifico. Voy a mirar mi mano izquierda.

glassy -

¿Seguro que ha mirado bien? ¿O es que con el paso del tiempo su vista ya no es lo que era?

Y sin embargo, yo desee que me pase también.