El ojo vertical
Etienne está montando una lámpara en una habitación de pulido parqué. Tiene en la mano un pequeño tornillo, diminuto, que es el único elemento que falta para culminar con éxito su pequeña tarea. Pero el tornillo, traidor y escapista, resbala entre sus dedos, golpea la escalera en la que está subido y cae armoniosamente hasta perderse de vista. Siguiendo las leyes de Murphy. Se esconde allí dónde todo es más improbable, más alejado, mas jodido de alcanzar.
Etienne baja de la escalera y se hace pequeño, se tumba bocabajo sobre el parqué, con la oreja pegada a la madera lustrosa y el ojo derecho a ras de piso. Un mundo nuevo aparece ante sus ojos, del cual no se escapa ni el polvo.
¿te acuerdas de cuando eras Etienne?
Rétame, rétame... a que lo encuentro antes que tú!... esa aguja... ese botón... ese esa moneda... esa tuerca oxidada... mira, mira, giro como un periscopio a ras de suelo... Soy Etienne el que todo lo ve. Soy Etienne el cazador de las cosas pequeñas que se extravían a ras de suelo. El mejor, el mejor... el-me-jor!
A Etienne el pequeño no importa la lámpara, ni la escalera. Sólo busca y busca hasta que dice con voz emocionada: Te gané!. Etienne encuentra el tornillo diminuto. Y se lo entrega a Etienne el mayor, el perdedor, el viejo, el que sabe de lámparas y de escaleras y que ya ha olvidado como cazar las cosas pequeñas.
O quizá, no lo ha olvidado del todo.
*
Etienne baja de la escalera y se hace pequeño, se tumba bocabajo sobre el parqué, con la oreja pegada a la madera lustrosa y el ojo derecho a ras de piso. Un mundo nuevo aparece ante sus ojos, del cual no se escapa ni el polvo.
¿te acuerdas de cuando eras Etienne?
Rétame, rétame... a que lo encuentro antes que tú!... esa aguja... ese botón... ese esa moneda... esa tuerca oxidada... mira, mira, giro como un periscopio a ras de suelo... Soy Etienne el que todo lo ve. Soy Etienne el cazador de las cosas pequeñas que se extravían a ras de suelo. El mejor, el mejor... el-me-jor!
A Etienne el pequeño no importa la lámpara, ni la escalera. Sólo busca y busca hasta que dice con voz emocionada: Te gané!. Etienne encuentra el tornillo diminuto. Y se lo entrega a Etienne el mayor, el perdedor, el viejo, el que sabe de lámparas y de escaleras y que ya ha olvidado como cazar las cosas pequeñas.
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11 comentarios
Nepomuk -
¿El post? ah sí..bueno, yo no tengo ese tipo de problemas. Tengo una serie de ratones que me cosen vestidos de fiesta mientras cantan "abracadula, machicadula, dibidibadibibú..."
ay, no perdón..que esa es mi hada.
Con tanta ceniza ya no sé ni lo que me digo...
burma -
burma -
-Explicar, explicar -gruñía Etienne-. Ustedes si no nombran las cosas ni siquiera las ven. Y esto se llama perro y esto se llama casa, como decía el de Duino. Perico, hay que mostrar, no explicar. Pinto, ergo soy .
-¿Mostrar qué? -dijo Perico Romero.
-Las únicas justificaciones de que estemos vivos.
-Este animal cree que no hay más sentido que la vista y sus consecuencias -dijo Perico (...)
carlos -
*
Patricia -
(Mi único problema es que no suelo encontrar lo que pierdo)
buttercup -
Nuala -
(Los tornillos que se pierden nos recuerdan cómo mirar desde otra perspectiva. Sin ellos nunca viajaríamos al mundo de las pelusas que comparten espacio con nosotros. Ese pequeño mundo de objetos perdidos, ácaros y otros bichos que llevan una vida paralela de la que éramos conscientes cuando éramos niños.)
hans k -
Amélie Poulain -
guisante -
que historia tan tierna!!
oooh, sniiiiiiiiif!
bacterio -
Saludos