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Spica *

Caña y café

La primera vez que quedé con un bloguer@, en el mundo real, fue con el genial de Nadie. No recuerdo ahora, si de primeras habíamos quedado para unas cañas y así expandir el surrealismo a límites insospechados, pero el caso es a la primera no se pudo y quedamos esa misma semana un sábado cerca de Plaza de Oriente. El dijo que llevaría un cuaderno amarillo.

Así que aparqué cerca de Palacio y allí me dirigí con Spica y otras estrellas de la misma constelación. En mi cabeza y en mis manos. Una cosa que no había comentado a Nadie, y con lo que quería sorprenderle.

Pero fue entrar a la Plaza y adivinar que sería yo el sorprendido, ya que al girar unos 180 grados, orbitando el caballo de Galileo, quedó al descubierto el cuaderno amarillo de Nadie y Vir-Vireta que se fundía de la risa y sorpresa con mi cara.

Reconozco que me sorprendió que me llamase “Spica”. Y fue la primera vez que caí en cuenta de que todos me llamaban así, a pesar de que nunca he firmado ningún post, ni un comentario en mi vida blogueril, como Spica, sino como Carlos.

Pero daba lo mismo. Allí tan encantadores estaban dos de mis escritores más admirados en todo el tiempo que llevaba andando y desandando por la blogosfera. Así que tras un breve interludio de presentaciones y caras de “eres tú!!!!”, decidimos ir a beber algo por ahí cerca. Caña, café y caña. No diré quién pidió el café, pero no es cosa fácil de decir. Y descubrí el cuadernillo de dibujos de Vireta, las notitas manuscritas de Nadie, y respondí la célebre pregunta de por qué había cerrado el blog. Escuché sus proyectos y me sentí muy a gusto entre ideas similares y bonitas. Terminadas las cañas y el café, nos levantamos rumbo a la segunda sorpresa del día.

Conocer a Nuala.

Y fue todo como recomenzar el día, porque ya íbamos de nuevo los tres con la sensación inicial, y la incertidumbre, y las ganas de conversar. El día tocaba a su fin, cuando recogimos a Nuala, en la estación de autobuses y entrábamos a un bareto distinguido para pedir una caña, y tres cafés. No diré quién pidió la caña, y no es cosa fácil de contar.

Y recordaba todo esto hoy, porque he pasado en sentido inverso por el caballo aquel de Galileo, pensando si más blogueros quedarían al pie de esa estatua que no está atornillada con nada, sino que se sostiene por su propio peso, gracias a un vaciado especial del bronce diseñado por Galileo Galilei.

Llegado este punto es necesario rectificar: la primera vez que quedé con un bloguer@ fue con el genial de Nadie, la energizada Vireta y la auténtica Nuala.

La segunda vez que quedé con un bloguer@...

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7 comentarios

Gacela -

Yo siempre pienso en ti como Spica, mucho más que como Carlos. Creo que también te llamaría así si te viera...

nadie -

Una pista. Yo no tomo café, salvo en horas de trabajo, claro.

vireta -

yo no seré quien desvele quien tomo qué... pero si os diré q dos iban de negro y uno de rojo y otro a rayas.... no seré yo quién os diga lo especial q fue ese encuentro y lo raro q son siempre estos encuentros...
(fue genisl gracias carlos... ;) )

niña azul -

A que sabes que es lo primero que le miro a los caballos de bronce cuando los miro??? es que no puedo evitarlo! se me van los ojos solos! y entonces me acuerdo de Lonli y me parto la caja.

burma -

:)
... estoy segura, que más de un@ en el post- reeencuentro (nunca la primera sabe a primera vez), echó (echa) de menos a Spica.

Sá -

ME gusta mucho este post, mucho mucho. La de la cerveza fue Vireta. Yo lo vi:-)

Nuala -

La moribunda Nuala, que llevaba encima unas 9 horas de autobus y estaba atacá. :D

Y aquí dejo la pista, a lo Diez Negritos: la de la cerveza no fui yo.