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La increíble historia de Alexandrus

La increíble historia de Alexandrus

Alexandrus se había entrenado toda la vida para ese momento. Nadar, montar en bici y correr es algo que había aprendido de la mano de su abuelito, un ex_atleta olímpico de una época dorada.

Dorada para su abuelito. Para Alexandrus era un auténtico dolor, día tras día.

El caso es que Alexandrus se enfrentaba a la prueba de hierro de los más fuertes: casi 4 kilómetros de natación, 180 km de bicicleta y una maratón de 42 km como guinda del esfuerzo supremo.

La noche anterior, mientras comía despacito su plato de espaguetis con calabacines, su abuelito le hacía preguntas sobre el recorrido, sobre conteo respiratorio, sobre el esfuerzo mental que sobrevendría en determinados puntos clave de la carrera. Todo a la vez que le tomaba el pulso y le medía el diámetro de las pupilas.

En Alexandrus todo estaba bajo control. Su abuelito se había encargado de todo durante estos años de duro entrenamiento.

¡En sus marcas!, ¡listos!... ¡¡¡FUERA!!!

Alexandrus salió como una exhalación. Nadó como le enseño su abuelito. Salió del agua como le enseñó su abuelito, mientras sus antagonistas le comían los talones.

Pero Alexandrus siempre iba dos segundos por delante.

Alexandrus subió a su bici como le enseñó su abuelito, y pedaleo contando de 5 en cinco entre respiración e inspiración. 10 metros por pedalada en el piñón de mayor desarrollo, como le enseñó su abuelito. Llegó como un huracán a la segunda meta, mientras sus enemigos le seguían de cerca sin perderle de vista.

Pero Alexandrus siempre iba dos segundos por delante.

Y ahí fue cuando ocurrió la tragedia. Una catástrofe que dejaría a Alexandrus sin ninguna posibilidad, y frustrado para siempre en su vida de hombre de hierro. Tal y como nunca imaginó su abuelito. Que por cierto, se desmayó de la impresión.

Y es que Alexandrus al cambiarse las zapatillas para empezar a correr, sólo sabía hacer el nudo ese de los dos lacitos, con dos vueltas y media, y un tirabuzón largo; sostenido con el dedo meñique mientras se tira con cuidado de los cordones hasta dejar un nudo perfecto de una época ya lejana. Y luego con cuidadito; la otra zapatilla.

tal y como le enseñó su abuelito.

*

5 comentarios

Gacela -

Lazo grandullón,
lazo menudo,
atas el cordón
y ya está hecho el nudo.

carlos -

...Sebastian, no te preocupes. Yo no entiendo el final del video \"Under Control\" de Laura Branigan.

*

SebastianDell -

Vale, creo que con el comentario de nadie, ahora sí... creo :)

nadie -

Pobre Alexandritus... me lo imagino con el ceño fruncido, sacando la lenguita, concentrado, atándose el cordón de las zapatillas con prolijidad y esmero, como le enseñó su abuelito, mientras le pasan por la izquierda todos sus contrincantes con zapatillas de velcro.

SebastianDell -

Carlos... no lo entiendo.

Explicamelo, porfa. No es coña.