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Mi amigo Henkel

Mi amigo Henkel En todo grupo de amigos siempre debe haber uno como él.

Nos dejaba sus discos recién comprados.
Siempre tenía un refrán apropiado.
Nos llevaba a casa luego de caer agotados en la madrugada.
Era adorado por todas nuestras madres.
Nos dejaba quedarnos en su casa cuando había conflictos en la nuestra.
Conocia las reglas de casi todos los juegos de cartas.
Nos asistía en esas noches de estudios intensivos trayendo pizza y cocacola, por sorpresa.
Recordaba llevar una barra de pan si estaba invitado a comer.
Nos llamaba en nuestros cumpleaños.

Así iba por la vida, desenfadado, y con la sospecha razonable de que era un poco "el niño bueno" para todo.

Y así siguió su vida, hasta que un día leyó una leyenda sufí sobre escuchar las campanas de una iglesia sumergida cerca de una playa en el pacífico.

Se marchó sin decir palabra... y aun no ha vuelto.

4 comentarios

carmen -

¡Lástima! Parecía un buen partido pero oye, si regresa dile que me busque; seguro que hacemos buenas migas. A mí me encantan los tipos encantadores ;)

Nuala -

No. :)

Carlos -

Nuala, ¿no se llamará Henkel, tu marinero?

Nuala -

Hay personas cuya presencia a nuestro lado es un regalo. Son los primeros en irse a explorar mundos sumergidos.

Yo conocí a un marinero así. Ahora nada entre sirenas. Un AMIGO dijo de él:

"Afortunados los que te conocimos; mas, dejas mucha nostalgia en este puerto, marinero."

Y así es.