Blogia
Spica *

Koan

Koan Medio día. En algún lugar del Sureste de Australia.

Ruge la radio en mis oídos y el asfalto convertido en espejo debajo de mis ruedas me dice que ya estamos cerca de las alucinaciones.
La locura acecha a mi lado y el sol a nuestra espalda se ríe de nosotros, mientras el horizonte nos traga o nos vomita según se mire desde el este o el oeste.
¿Qué será de las estrellas alucinadas por el sol, qué será de nuestras fuerzas? ¿estarán descansando?.

Mauro rueda delante de mi a 18 km/hr y parece muy cansado.

Yo en cambio voy a 15 km/hr y la maldita recta se me hace interminable desde hace 30 minutos.

Oigo a Mauro hacer juegos de palabras y propuestas imposibles que hablan del horizonte.

Es medio día y un ruido agudo de grillos y otros insectos me perfora el cerebro, el sudor baja caliente por mi cara y caen gotas espesas sobre mis muslos tensos en movimiento.

Mauro lleva un ritmo lento y desesperante que lo aleja poco a poco de mi.
Un dolor profundo pero soportable aparece en mis dos rodillas.

A lo lejos le oigo decir:
- “cuando la noche es imposible, la carretera me lleva hacia el cielo; ¿cómo llegar al cielo horizontal que se ve en la carretera?”.

Es entonces cuando hago un stop; porque tengo la respuesta a su interrogante. Un rayo más intenso que este sol abrasador.
Detenido en el medio de la carretera, con la respiración agitada y la radio de fondo, descubro que yo me he retrasado lo bastante para ver a Mauro “allí” sobre el horizonte.
Allí a dónde parece imposible llegar.

Mauro ignora esta revelación.

El aprendizaje para mi es que Nada existe hasta que yo lo percibo.

Casi es una demostración científica de una teoría personal.

Y como es personal no se la cuento a Mauro.

El dolor ha desaparecido de mis rodillas, pero el sol incandescente sigue aquí.

4 comentarios

carmen -

Es tarde y debería estar en la cama hace mucho pero cuándo te derrite el calor los sesos, el agua hace rato que se ha acabado y tú sigues caminando hasta el extenuamiento... a veces llegas a oír hasta el ruido que emiten los cables eléctricos de la alta tensión. Son sensaciones increíbles, indescriptibles pero tú, Carlos, te has apañado muy bien aquí para traducirlas

buenas noches

fujurdragonblanco -

Tu teoría también me acompaña a mí desde niño. Estoy sorprendido de verlo escrito. Últimamente esto me ocurre demasiado...

Patricia -

Lo que vemos es lo que tenemos y lo que imaginamos, es lo que ya hemos vivido o nos gustaría vivir.

(tampoco me hagas mucho caso, a veces desvarío, jejej)

Nuala -

El dolor de rodillas es lo que nos recuerda nuestra propia existencia.

Lexatín, y ya nos olvidamos.